Debido a sus
características agroclimáticas y su riego con aguas de deshielo de la
Cordillera de los Andes, Mendoza se destaca en el ámbito nacional por producir
frutas de un excelente sabor, color, consistencia y calidad natural. La oferta
frutícola exportable de Mendoza está integrada por dos grupos: frutales de
carozo y frutales de pepita.
En la Provincia, la
amplitud térmica, el agua de deshielo y los suelos ricos en minerales impulsan
la producción de materias primas naturales y de alta calidad. A estos factores
se le suman el valor de elaborar productos que respetan los estándares de
calidad, la ventaja de producir en contra-estación al Hemisferio Norte y la
ventaja comparativa de tener en varias frutas frescas la primera cosecha del
Hemisferio Sur.
Estas ventajas
competitivas favorecen la comercialización de los productos mendocinos en
mercados internacionales, como los países Árabes, el la Unión Europea y el
Sudeste Asiático.
El durazno pertenece
a las denominadas frutas de carozo, que incluye entre otras a las ciruelas,
nectarines (pelones) y cerezas. Existen dos destinos para las variedades de
durazno: el consumo en fresco y el industrial. Los mejores rendimientos
se obtienen en el Valle de Uco (San Carlos, Tunuyán y Tupungato), aunque las mayores
superficies implantadas se encuentran en la zona sur.
Las variedades
cultivadas de durazno industria son las consideradas tardías, principalmente
Andross, Ross y Dr. Davis. La cosecha está fuertemente concentrada en enero y
durante la primer quincena de febrero, constituyéndose en el principal “cuello
de botella” en la etapa de procesamiento, momento de máximo empleo de capacidad
instalada en las fábricas procesadoras.
Existen en la
provincia de Mendoza alrededor de 1.350 productores primarios de durazno para
industria, con un tamaño promedio de superficie implantada que no supera las 5
hectáreas. El sector industrial se encuentra conformado por 17 empresas, de las
cuales 5 de ellas procesan cerca del 60% del total de la producción.